martes, 8 de diciembre de 2009

Atrapar al viento


Todos hemos tenido un buen amig@, un amig@ fiel. Uno que sabe escuchar, comprender, atesorar recuerdos y revivirlos con una sonrisa. Hoy recordé a uno muy bueno de quien ya he escrito antes aqui. Parece que fue ayer cuando juntos en la infancia veíamos los atardeceres domingueros comiendo churros, pizzas o pastel. Nos gustaban los juegos de mesa y era muy divertido retarlo, era muy inteligente, valgame, si que lo era. Era dificil ganarle, y cuando lo hacía lo disfrutaba demasiado y él también, era mi amigo claro y se alegraba cuando ganaba. Era raro no verlo lleno de alegría.

Hoy lo recordé. Tuve la gran oportunidad de asistir a la entrega de sillas de rueda que organiza la Fundación Procura de la parálisis. Cuantas caras radiantes de padres, de niñ@s de jóvenes, de adultos, felices por una silla nueva. Mientras escuchaba al coro sobre ruedas (integrados por chi@s) con dicapacidad motora, venía a mi mente su cara. Sus ganas de seguir adelante, su entereza, su fuerza de voluntad. Y es que hace más de 25 años, en el pueblito donde crecimos la gente no entendía como se debía a las personas con alguna discapacidad. Llegaron a decirle que tenía que estudiar en un colegio para niños especiales. Menos mal que siguió adelante y hasta la universidad alcanzó para desafío de los médicos quienes al nacer le dijeron que sólo duraría algunas horas.

Mi amigo Armando se fue el año pasado. No reimos antes, se fue así sin despedirse. Hoy evoqué tantos momentos, los reviví, me reí y lloré. Quise atrapar al viento y no pude.

El Regalo Más Grande

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