jueves, 16 de octubre de 2014

“Cuando todos quieren irse y yo quiero quedarme”


Tenía 8 años. Y me prometí a mí misma progresar. No sé desde que perspectiva  me comprometí a esto. Si desde la ideología capitalista, humanista o socialista. No sabía de esas cosas.
Mis ancestros más remotos  aborígenes, españoles rezagados, africanos, portugueses y hasta criptojudíos huyendo de la inquisión  pagaron un alto precio para que yo naciera en esta tierra de gracia.

Los ancestros más recientes andinos y falconianos son en sí mismos una gran paradoja. Unos despojados de sus tierras hace dos siglos, otros ganaron tierras al haberlas cosechado durante  lustros.
En todo caso se podría decir que en mi infancia me quedaba claro aquello de que “venimos de abajo”. Mis abuelos maternos campesinos obreros hicieron todo lo que mejor supieron para dar una mejor vida a las nuevas generaciones.
Yo vengo de la generación del estudio, del mérito académico, de sacar buenas notas “para ser alguien”.

Así que quería progresar para ser alguien. Viví en muchas casas prestadas en la infancia tras el divorcio de mis padres. Mi obsesión era tener una. Antes pensaba que por el simple hecho de contar con lo propio, pero ahora sé que era para recordar aquella foto que tenía a los 5 años en mi cabeza, la única  en mi mente con mi papá y hermanos juntos bajo un mismo techo.

Trabajé duro, estudié mucho. Dejé un pueblito para venirme a una gran ciudad con la convicción de “ser alguien”. Eso me inspiraba. Poder apoyar a mi familia que no la había pasado bien según mi forma todopoderosa de ver las cosas y sobre todo para apoyar a mi mamá a quien parece que vi muy vulnerable en la infancia y a quien quería salvar de la desdicha. Válgame mi mamá era la grande y yo la muchachita queriendo cargarla. Ella siempre tan sabia me tuvo y me sigue teniendo tanta paciencia.

Cada año trabajaba y me esforzaba más. Un día llegó la vivienda propia, la independencia financiera, pero emocionalmente tenía muchos vacíos que nada material puede llenar, pero  bueno lo material de alguna manera compensaba momentáneamente. Viajé, conocí, logré muchas cosas, entre ellos coleccionar títulos académicos para “ser alguien”. Era alguien por mis notas y méritos, pero en mi lado de pareja era muy infeliz. Un buen día me quedé en una muy sencilla vivienda propia muy lejos de mi lugar de trabajo, en colas interminables para llegar, con un divorcio en puertas e hijos que mantener en medio de una crisis política y social en mi país. No sabía exactamente que era el progreso.

Yo ligaba al progreso únicamente a la vivienda, al auto de agencia, a los últimos adelantos tecnológicos, a los viajes y el confort. Yo quería todo eso, pero aún todo eso se alejaba como los espejismos. Mientras más corría , todo se borraba o alejaba. No sé si por la inflación o por la tristeza de no encontrar el hogar que anhelaba tener y que no llegaba.

Entendí que todo era cuestión de creencias. Si me conectaba a las más positivas mi vida podía dar un giro importante. Fue una locha que me cayó justo a tiempo.
Me divorcié, crecí, sané heridas , liberé memorias tóxicas, integré. Disfruté de mi soltería y al mismo tiempo de mi matrimonio conmigo misma.

Un buen día entendí que el progreso como lo había conocido no era progreso. Que el único progreso real es el despertar de consciencia. El crecimiento interno que te hace feliz aquí, en el país más rico o en el más difícil.

El tiempo pasó e inspirada en mi progreso interior llegó el Amor, un hogar, un jardín, más hijos. Logré el tan anhelado tesoro: sorprenderme por los detalles más sencillos a cada minuto.

Ahora resulta que según los expertos económicos, sociales, políticos, y como dan cuenta los sucesos que ocurren en esta tierra el país va mal.  1.6 millones de venezolanos se han ido  a otros horizontes en los últimos 10 años cuando anteriormente éramos un país receptor. La gente huye despavorida.

En ocasiones entro en esa energía de desesperación, ¿será que uno se va, se queda? ¿Y pa onde agarra uno? ¿Desde qué energía? me pregunto


Hago trabajos que me gustan ahora mismo, amo mi país, veo a tanta gente talentosa siendo creativos para permanecer. Veo gente que no se puede ir, y con un dejo de aceptación hacen lo mejor para hacer de su estadía una agradable y positiva. Veo las guacamayas al amanecer y al atardecer azules con el pecho amarillo, flores del trópico, mucho verde. Un clima único. Veo el alma de la gente buena. Veo a las personas que aún creen en lo bueno, que aún tienen esperanza. Por esto digo con Amor en mi corazón: si aquí puedo aportar a la Paz entonces aprenderé a hacerle frente a los obstáculos en vez de huir.

Progreso para mi es servir, aportar, crear , amar y yo estoy haciendo todo eso justo ahora. Este es el paraíso para mí. Hay muchos niños, adolescentes, familias hermosas aquí mismo.

Veo gente que pudiéndose ir no se quiere ir porque Venezuela es más que la tierra, somos nosotros. Y si nosotros no hacemos nada por transformar lo negativo en positivo aquí no pasa nada o pasa todo.

Digo con convicción, aquí también pasan cosas buenas. Estoy cansada de que el único tema sea un gobierno u otro. Que sea una ideología u otra. Aquí ya existe una tercera vía, aquí hay gente haciendo cosas únicas, originales, positivas.  Aquí hay una tierra prometida. Uno lanza una semilla de mango y allí usted verá su mata, porque esta tierra es fértil, buena.

La tierra no es la culpable. Cada quien  es el responsable de su destino. Usted es el responsable de sólo concentrarse en lo horrible y de lo que crea a cada instante en su película.
No se trata de taparnos los ojos, se trata de aportar soluciones.  Existe el poder de Uno y existe el poder de muchos. A mi me gusta juntarme con la gente que en medio de los obstáculos siembra una planta y ve sus frutos buenos. A mi me gusta juntarme con la venezolanidad pese a los momentos difíciles. A mi me gusta juntarme con la gente que cree que siempre hay un para qué y que no la detiene nada.

Yo sé que todo lo que sucede es para algo mejor en el futuro. Hoy estamos aprendiendo a valorar cada detalle, la vida, la familia.
Estamos aprendiendo algo invalorable, a ser discretos y modestos  con el uso de los recursos, a valorar el agua, la electricidad, la comida.  A ser generosos y   compartir la harina pan que te queda con el vecino. A comprar pañales para los hijos de otros y el champu de bebé para aquella conocida que no lo consigue. A comprar leche para el señor que cuida el estacionamiento y medicinas para la 
señora que limpia el edificio. Esto dejan las crisis, aprendizajes de consciencia. Independientemente de que sea injusto o no lo que pasa, uno elige aprender de lo que nos sucede.

Yo no sé si son ideas mías, y estoy clara que no es normal este desabastecimiento . Pero cada vez que doy, recibo. Hay una enseñanza en todo esto que vivimos que nos va a transformar en un país mejor en el futuro.
Aprendí a encontrar champús hechos a la medida en las tiendas naturistas, descubrí que bajo de peso cuando raciono la mayonesa, el aceite, el azúcar y la mantequilla. Descubrí a decenas de venezolanos ofreciendo sus productos artesanales para sustituir a marcas que ya no llegan. Descubrí la harina de trigo integral, aprenderé a hacer pan casero, me divierto creando.

Me gustaría que fuera diferente, que todos tuviésemos más libertad de elegir, pero yo no tengo injerencia en las políticas públicas ni macroeconómicas. He opinado, he dicho. Hay cosas que han cambiado, algunas cosas se han detenido, otras siguen aparentemente igual y para algunos peor.

Me junto con la gente que construye la Paz sin importar su credo, género,  opinión porque nos une el respeto por la vida, sonrío con ellos, veo los frutos, los saboreo. Si mi paso por esta tierra tiene un sentido, sin duda en este momento es hacer la diferencia cuando la gente cree que no es posible.  Si te sirven de algo estas palabras: Si aquí es que te puedes quedar,  deja de estar en otra parte en tu mente. Estar aquí anhelando algo que no puedes lograr ahora como irte, es estar sin alma aquí. 
No estás disponible y por eso la tierra no te siente. Vive y vibra en positivo, 100% disponible.





jueves, 20 de febrero de 2014

Reflexiones de una pacifista mestiza en un país en conflicto


Venezuela está atravesando una situación compleja, retadora. Los habitantes de esta tierra de gracia nos vemos constantemente sacudidos por situaciones de violencia que nos hacen pensar sobre la pérdida de valores, incluso sobre una lucha entre la luz y la oscuridad.

Quiero aclarar que no me refiero a la luz vs. la oscuridad sobre una lucha entre un bando político y otro. Sino al de una lucha entre el respeto y el irrespeto por la vida.

Nacer es la primera elección de éxito para el ser humano. Es un milagro. Es un regalo que crece cada día, porque estar en este plano es todo un milagro. Estar aqui a mi juicio va más allá de cubrir necesidades básicas, uno viene por Amor y para el Amor . A- MOR (NO- MUERTE)

Cuando en un país las cifras de muertes ascienden a 25 mil  en un año, la tendencia es a escandalizarse para luego casi que resignarse. ¿Que está pasando en un país con tantas bondades, donde no se batalla con temperaturas desgastantes o historias de éxodos  como sí ocurre en otras partes del mundo? ¿Por qué este coqueteo con la muerte cómo si no merecieramos disfrutar con alegría e inocencia de este paraíso que nos tocó en esta hermosa tierra?

¿Por qué estos rostros infantiles empuñando armas en tantas bandas delictivas matando con tanta facilidad? Uno no sabe si llorar por el arma, por desprenderte de tus pertenencias, o por ese rostro que a gritos pide Amor y no quiere mostrar su vulnerabilidad.¿ Desde cuándo venía gestándose este odio entre hermanos, en que planeta andabamos que no habíamos visto esta infancia adolorida?.

Estamos claros y en consciencia de que no podemos controlarlo todo. Cada quien es responsable de sus propios dolores y he aqui el trabajo grande que hay que propiciar. Es como cuando estás en quinto año con esos compañeros que recorrieron el camino desde primer grado y sabes que unos cuántos se graduarán por secretaría y quizás otros no lo lograrán contigo. Quisieras por Amor que se graduaran todos, pero sabes que no puedes controlar eso. Puedes apoyar, pero la decisión no es tuya.

Ocurre lo mismo con aquellos seres cuyas conductas reflejan dolor y rabia al extremo, rabias no manejadas que ocasionan graves desenlaces sociales, duros de entender. Uno quisiera que encontrarán arnica para sus heridas, una curita para el alma, una sanación para esos dolores viejos. Uno quisiera que recordaran quienes son. Porque cuando los ves a los ojos, te ves en ellos, en las veces que te sentiste excluído,abandonado, te imaginas a ese niño o niña interna y quisieras que su vida fuese diferente. En vez de un arma quisieras imaginartelo con un instrumento de orquesta, o una pelota de beisbol. Y es el momento que entiendo que Dios también mora en esa persona que aún no es su tiempo, pero que algún día llegará.

Escuchas a los líderes en el país que pudieran generar cambios porque además son los mandatarios de turno y parece que me remontara a mi adolescencia, donde quizás sentí que habían muchos grupos y que debías incluirte en alguno. Quienes se sentían con poder  hacían y decían cosas con la que no estaba de acuerdo. Si planteabas algo distinto alineado con tus valores de Paz, quizás ibas directo al grupo de los bobos. Pero hasta para eso se necesita valentía, para ser Uno mismo.  Me detenía a observar sus burlas, su necesidad de reconocimiento y la única forma de sobrellevar las situaciones tensas de ese período era entender sus dolores y asumir que debía aprender a poner límites asertivamente. En la actualidad ya no es el grupo de los estudiosos, el de los populares, el de los deportistas, es la derecha o la izquierda. si no eres de izquierda obligatoriamente eres facista. No parece haber termino medio para un pueblo que es una mezcla.

Amerita patalear a solas, revolcarte en tu rabia, sentirte indignado(a) porque aunque te gritan y tu no deseas gritar más fuerte, hay que mostrar fortaleza, fuerza, recordar a lo que uno vino a este plano.  Pero sacar la rabia y drenarla no esta demás, es necesario que cicatrice, es necesario entender esos dolores y reconocer que los tienes para entender los dolores en el otro. Es necesario experimentar la noche para valorar el día y viceversa.

En un conflicto, puede que los ánimos se crispen de tal manera que se rompan los puentes de comunicación. Hay quienes van a atizar el fuego porque hasta que dolores no se sanen, la vida los mostrará. La idea conseguir el camino a casa, porque somos hermanos.

Yo me permito ir más allá
En Venezuela no hemos comprendido que somos una mezcla. Y los dolores no vistos ancestralmente están emergiendo hasta que los veamos y los sanemos.
Somos el  nativo alegre, conectado al río, al mar, rey en un paraíso terrenal, dispuesto a vivir más que a sobrevivir, creyente de leyendas de Sol y Luna, de los cuentos de la abuela, de espíritus ancestrales, de plantas milenarias y tranquilidad pasmosa. De increíble inteligencia recursiva para dominar la caza, la pesca, la siembra artesanal.

Somos el español curioso, dispuesto a huir de la pobreza o la falta de un título nobiliario para demostrar su valía, con sueños de un mundo de oro y riquezas, de huir de las presiones del reino, creyentes en una ideología religiosa con fervor o sin él, hombres de guerra dispuestos a conquistar territorios por Ambición o por Amor a la familia.

 Somos la mujer española que se vino para acompañar a su marido en esta tierra prometida, dejando atrás historias y familias. Esperando que algún día este paraíso terrenal pero también áspero y rudo pudiera dar las comodidades y avances soñados o mantener los que se tenían en la tierra de origen. Somos el español feliz o el español triste por sentirse abandonado aqui tan lejos de casa.

Somos el criptojudío escondido tras un apellido español y católico huyendo de la inquisión, de la tortura con la esperanza de ser libres en una tierra lejana

Somos el Moro presente en la sangre española

Somos el negro  que añora sus tierras lejanas, rebelde o resignado, con amor por los ancestros, por sus mitos y leyendas, con el ritmo del tambor, con rabia por la esclavitud, con esperanza por lograr cambios,

Somos el blanco criollo soñando una tierra nueva sin las presiones de la monarquia que rige su historia pasada.

Somos el noble que no pudo huir tras la pérdida de la batalla. Somos la esposa realista abandonada a su suerte sin marido, sin tierras, sin fortuna, comenzando de nuevo.

Somos el nativo extraviado con costumbres nuevas, creencias distintas, sin entender ahora el sol y la luna.

Somos el mestizo avergonzado por no ser ni blanco ni negro ni aborigen puro, soñando con un apellido blanco pasaporte a la libertad.

Somos el moro detrás del zapateo del joropo y la tonada llanera

Somos todo esto y más, somos el europeo huyendo de las guerras más recientes, somos tambor, guaruras, sangre europea, africana, caribeña

Así que ese otro que señalas, es parte tuya, por genética, porque compartimos las mismas raíces, porque nos mezclaron en esta batidora de la vida y en una ruleta rusa biológica, tenemos un fenotipo y no otro.

Miralo así, ese blanco que llevas en la sangre te lo muestra el otro, ese aborigen, ese afrodescendiente, ese europeo te lo muestra el otro. Esa lucha de clases que crees que no existe o que es necesaria la llevas por dentro.

Y no se necesita una bandera ideológica para mirar este dolor que viene viajando por siglos. Mirar la situación en Venezuela pasa por entender que llevamos improntas de todas las razas. No es un tema de que los negros, son pobres o todos los blancos son ricos, o todos los estudiantes catiritos son de la ultraderecha, o todos los estudiantes de las universidades bolivarianas son socialistas y mestizos.  Todos somos mestizos, eso es  lo que significa ser venezolanos.

Hay puntos de encuentro. Hay necesidades compartidas. Hay que restablecer los puentes de comunicación para conocernos y reconocernos.

Todos nacemos con el mismo potencial divino, unos se anclan en su historia, en sus alegrías y dolores para prosperar y otros para decir que no prosperan, es la historia del poder de UNO, de hacerse responsable de su recorrido, de sanar los dolores, mirándolos para liberarlos y crear una historia nueva.

Fijate desde donde juzgas al otro, examina el dolor que hay en tus juicios, se honesta(o) y revisa con claridad si más bien ese dolor es tuyo, por lo que tiene el otro o no tiene, porque te muestra algo de ti, algo del presente o del pasado.

Como verán Venezuela vive un proceso profundo con nudos que pueden tardarse años en ser desatados y cuya velocidad de transformación dependerá de los cambios de cada persona. Es la suma de muchas historias, de razas, de capítulos inconclusos, es un proceso de asumir nuestro liderazgo, de poner limites asertivos sea cual sea el grupo ideológico, porque cómo les comenté al inicio la misión no es dejar de reconocer nuestras ideas o las de otros sino recuperar el respeto por la Vida.

Por cierto Soy Venezolana, Con sangre negra, blanca,  católica ferviente, aborigen, realista española, campesina, criptojudía,  sefardita, mora. Y todos los dolores me duelen, tome todo lo bueno para ser quien soy. Pero algo tengo claro, el respeto por la vida es, un valor, un derecho y un deber. No es negociable, ese principio me guía hacia la luz.

*Foto junto a la tribu Masaai gracias a Raquel Ruiz activista de Derechos Humanos en Africa

jueves, 9 de enero de 2014

Mónica Spear y el dolor acumulado

Un país es como una gran familia. A veces bailamos al mismo son y a veces no. Estamos geográficamente distantes, incluso ideologicamente distantes, pero somos una familia, venimos del mismo espacio sagrado, quienes tenemos raíces en un territorio compartimos "más cercanamente" ese inconsciente colectivo del que hablaba el estudioso de la conducta "Carl Jung", estamos unidos por lazos invisibles como explica el creador de las constelaciones Bert Hellinger.


Venezuela es un país singular. Aquí convergen los mejores paísajes y hermosas razas. Las nativas integradas por aborígenes con raíces que se pierden en tiempos misteriosos y que estaban aqui cuando Colón oficialmente nos puso en la mira europea. La española y árabe, la africana... todas ellas más sus mezclas,  sumando las que llegaron en el siglo XIX  salen a relucir en los rostros de la gente de por estos lados.

Siempre he pensado que esta mezcla de culturas hace que tengamos perspectivas diferentes, distintas microculturas y formas de ser tan distintas aunque hoy habitemos el mismo espacio físico. Hay dolores no sanados entre todas estas razas y son inconscientes. La raza negra tiene un morral lleno de inmensos dolores, no tolera ninguna forma de esclavitud o por el contrario puede sentirse sumisa sin entender por qué no puede siquiera hacerlo diferente. Esta sumisión fue una forma de defensa que sus antepasados guardaron y que hizo posible que sus descendientes hoy vivieran para contarlo. La raza blanca en Venezuela puede experimentar una extraña nostalgia por sus tierras de origen, se vinieron esperanzados por la promesa del oro, y un día las tropas realistas se marcharon y ellos quedaron aqui algunos por Amor y otros sin saber que rumbo tomar.

Los aborigenes se sintieron invadidos, extrañados, abusados , sorprendidos por lo nuevo.  Todo esto somos nosotros los venezolanos. Somos la mezcla de todo lo bueno, de todas las experiencias y de todos los dolores de cada morral. Es todo un reto entendernos. Saber que episodio de nuestra historia emocional estamos viviendo.

Lo más cumbre es que vivimos en la misma tierra y mientras un grupo desea avanzar en una dirección, otros grupos desean avanzar en otra. Somos una nación joven recién entendiendo en los últimos dos siglos que somos esta mezcla. Pongo de ejemplo a mi familia materna de 9 hermanos,  5 tienen los ojos claros, 1 es de piel morena  y cabellos oscuros, 4 son de rasgos  nativos. Y cada uno dentro de una misma familia me mostraba en micro las razas de mi país, cada grupo actuaba y se aliaba de forma distinta.

Los cambios en las formas de producción económica y cambios políticos hicieron que Venezuela transitara  cambios rápidos y abrumadores, de dependencia española, paso a nación independiente" de una lucha de caudillos pasó a regímenes dictatoriales, de democracia partidista a un intento de socialismo del siglo XXI. A veces me siento fuera de la caja a tratar de analizar que buscamos los venezolanos en el fondo de nuestra alma. Cómo es que teniendo un país con tantos ecosistemas y belleza abundante, no sepamos aún convivir con toda esta herencia porque o no aceptamos lo que somos o no lidiamos en lo que nos convertimos para transformarlo y sacar lo mejor de toda esta historia..

Lo que más duele hoy día es la violencia entre hermanos. Hay mucha desigualdad y no voy a profundizar quien es responsable de eso. La hay. Hay niños que hoy día caminan kilómetros para llegar a su escuela, hay niños que no comen, hay niños que prueban la droga muy pequeños porque papá ni mamá están cerca para orientarlos, hay adolescentes pariendo cada día más niños que no conocerán un hogar estable, hay una fábrica de niños sin Amor que para mí es la  raíz de todos nuestros problemas.  y Hay gente hermosa que cree en esta tierra, haciendo trabajo de hormigas y las hay sin distingo de partido político, religión o estrato social.

Hay venezolanos con su niño herido de forma grave conviviendo entre nosotros.  He tenido la oportunidad de verles a los ojos, y sentir un reclamo grande... Tu tienes lo que yo no.... Y no crean que se refieren a bienes materiales. Sus ojos gritan tienes Amor, tuviste gente que se preocupó por ti, yo te reclamo este dolor.

Hay resilientes que han sabido levantarse de estos dolores y encuentran el Amor primeramente ensimismos porque creo fielmente en que somos hijos de Dios y Dios es Amor y tarde o temprano esta luz puede activarse si nos damos la oportunidad, pero hay quienes no logran descubrir esto. Hay niños entrenándose en las barriadas para matar. No preciso en qué fecha comenzó a verse odio o lucha entre clases o razas. Y yo me pregunto y este dolor cuánto tiempo tiene gestándose? Desde cuándo se está acumulando este dolor entre parte de la población venezolana que se ha convertido en rabia y nos tiene sometidos a una guerra en la que diariamente se pierden vidas

Tampoco voy a profundizar si este dolor comenzó o se agudizó hace 14 años,  si explotó en los 90,  si ya en los 40 una dictadura lo mostraba o si en los 60 comenzó a palparse los resultados de los cambios bruscos que ocasionaron la transición de una Venezuela petrolera con mente todavía rural.

Hay frustración en quienes sienten que el tren de los cambios  va a toda velocidad y no han podido siquiera acercarse a la estación para tocar un vagón. Hay jóvenes tratando de obtener la oportunidad de transformar sus vidas, hay gente victoriosa y hay gente que se siente vencida por las circunstancias, hay gente adulta que se hace responsable de sus actos y hay niños gravemente heridos por su historia que prefieren señalar a los otros de sus desdichas. Hay quienes ven en robar y matar actos que los acercan a las únicas familias que han conocido, la banda delictiva a la que pertenecen. Hay historias que te mueven, de niños que veían a los miembros de la banda como el único lugar donde encontraban la hermandad que no vieron en ninguna parte.

Somos un país de contrastes, Con un pasado monárquico en nuestras venas, vemos con total normalidad entretanto que un país entero se paralice cuando se produce la elección de nuestras reinas de belleza. Va más allá de una elección, de un fastuoso evento, es la elección de nuestra Reina, de nuestra representante como evocando aquellos tiempos en que rendíamos tributo a nuestros monarcas europeos.  Nuestras Reinas ocupan un lugar emblemático en nuestro corazón.

Por otro lado hay especial simpatía o antipatía  por los musiús, aquellos europeos que pisaron tierra Venezolana en el siglo XX, trajeron belleza, honra al trabajo, historias de la guerra, muchos les abrieron las puertas otros sintieron recelos porque su compromiso por el trabajo ponía en riesgo las vacantes disponibles.

Además de la gastronomía exquisita , el verdor exuberante de estas tierra, hay mucha fantasía y realismo mágico. El gusto por las telenovelas es una adicción de por estos lares. No en vano las actrices de telenovelas son amadas por la población, admiradas y reconocidas.

Pero lo más importante de todo es que a pesar de la perdida de valores, Venezuela sigue siendo un país que honra a la familia.

El día de reyes Mónica Spear ex Reina de Belleza, protagonista de telenovelas, digna representante de la mezcla de razas de estas tierras cayó junto a su pareja en la lista de asesinados por el hampa. Su caso aún tiene dolidos a los venezolanos quienes no pueden creer que una de sus Reinas haya sido vilmente asesinada. Mónica es sólo una cara pública de muchas almas que han pasado por lo mismo. El hampa ese día golpeó el respeto por la vida, golpeó la figura de la familia, (Mónica venía de recorrer Venezuela junto a su pareja y su hija de 5 años), golpeó a la monarquía venezolana que vive en la fantasía de su gente, golpeó la  ilusión de una población porque la protagonista de la novela nunca muere y siempre hay un final feliz para ella. Mónica estaba tan cerca de los corazones de la gente que sintieron este crimen tan cercano y hoy hay duelo en la familia venezolana, porque todos somos uno .

Los cuerpos policiales del país despliegan operativos. Comienzan a aparecer los rostros de los supuestos asesinos,  quizás denunciados a voluntad o a la fuerza por el mismo pueblo cansados de tanta impunidad. En mi caso no sólo siento  dolor por Mónica, su pareja y por Maya su hijita de 5 años quien sobrevivió a un recuerdo tan horroroso. Cuando veo que en esa banda hay jóvenes de 15 a 19 años con rostros nativos, tez morena, me pregunto cuanto dolor, rabia o ambas puede haber en esas criaturas para cometer un acto tan triste como éste. Me duele todo el contexto, por eso este  desglose ancestral que tuve que hacer en estos párrafos anteriores para que puedan comprender por qué cada uno de los rostros me ocasiona tanta tristeza.

Sin duda duele mucho el de Maya Berry Spear, la niña que logró aferrarse a la vida. Tan joven le toca entenderlo todo.