miércoles, 9 de noviembre de 2011

Deja que ese río fluya. Un durazno siempre será un durazno







Queremos controlarlo todo. Para mí en esto radica uno de los mayores inconvenientes que tenemos que sortear en est e siglo. Queremos controlar a nuestros hijos, a nuestras parejas, a nuestros empleados, a nuestros vecinos, hacer todo a nuestro modo, y hasta controlar el tiempo y el orden natural de las cosas. Luego nos quejamos como diría mi gran amigo y compañero en renacimiento Walter Torres cuando el río se desborda por el embaulamiento que le hicimos. El río sigue su cauce, fluye el aire, fluyen las aguas y aunque la planificación sea un elemento estratégico, todo tiene un orden natural.

Hay un personaje de largometraje animado que me encanta, el maestro Oogway de Kung Fu Panda quien en una escena con el maestro Shifu le explica justamente que hay cosas que no podemos controlar. “Mi viejo amigo, el Panda jamás realizará su destino ni tú el tuyo hasta que abandones la ilusión de control.



- ¿La ilusión?
- Sí. Mira este árbol Shifu, no puedo hacer que florezca cuando yo quiera, ni hacer que dé fruto antes de tiempo.




- Pero hay cosas que podemos controlar, dice Shifu. Puedo controlar cuando caerá la fruta. Y puedo controlar dónde plantar la semilla. Eso no es una ilusión, maestro.
- Es cierto. Pero no importa lo que hagas, esa semilla se convertirá en un durazno. Podrás desear un manzano o un naranjo, pero vas a tener un durazno.



Reflexión sabia. Cuántas veces deseamos que nuestra pareja sea diferente de cómo es, o esperamos que cambie a nuestro antojo. Si bien es cierto que hay conductas que no se pueden tolerar y sobre las que seguramente hay que tomar decisiones o al menos llegar a acuerdos, también es verdad que hay esencias que son las que son y por más que embaulemos esa fuerza puede irse de las manos en cualquier momento.



Ideamos el hogar perfecto, la casa perfecta, el trabajo perfecto y en ocasiones ese compañero nos acompaña en silencio. Creemos que va acoplado cuando de pronto fluye en otra dirección, en su dirección natural. Y nos lamentamos, nos victimizamos. Yo que tanto dí, yo que hice tanto por él o por ella. ¿Por qué se va?



Es que acaso no se trata de Amor, si. Se trata de Compromiso, si, de Lealtad, si. Los elementos que unen a dos son muchos de acuerdo a los valores de cada quien. Hay un elemento a mi juicio esencial, se trata de lo que cada Ser requiere, de lo que cada alma necesita para aprender. Nos unimos en pareja y muchos creemos erroneamente que esa alma nos pertenece, que su destino nos pertenece, sus sueños, su vida, sus pasos. Hasta lo hacemos inconscientemente, porque hay que remar para un mismo lado ¿no?



El Amor es libertad para entender que cuando un alma requiere recorrer un camino diferente hay que dejarla partir. Embaular lo que no se puede embaular a la larga deja inundaciones y destrozos. Hay que ser sabio para verlo a tiempo.