jueves, 20 de febrero de 2014

Reflexiones de una pacifista mestiza en un país en conflicto


Venezuela está atravesando una situación compleja, retadora. Los habitantes de esta tierra de gracia nos vemos constantemente sacudidos por situaciones de violencia que nos hacen pensar sobre la pérdida de valores, incluso sobre una lucha entre la luz y la oscuridad.

Quiero aclarar que no me refiero a la luz vs. la oscuridad sobre una lucha entre un bando político y otro. Sino al de una lucha entre el respeto y el irrespeto por la vida.

Nacer es la primera elección de éxito para el ser humano. Es un milagro. Es un regalo que crece cada día, porque estar en este plano es todo un milagro. Estar aqui a mi juicio va más allá de cubrir necesidades básicas, uno viene por Amor y para el Amor . A- MOR (NO- MUERTE)

Cuando en un país las cifras de muertes ascienden a 25 mil  en un año, la tendencia es a escandalizarse para luego casi que resignarse. ¿Que está pasando en un país con tantas bondades, donde no se batalla con temperaturas desgastantes o historias de éxodos  como sí ocurre en otras partes del mundo? ¿Por qué este coqueteo con la muerte cómo si no merecieramos disfrutar con alegría e inocencia de este paraíso que nos tocó en esta hermosa tierra?

¿Por qué estos rostros infantiles empuñando armas en tantas bandas delictivas matando con tanta facilidad? Uno no sabe si llorar por el arma, por desprenderte de tus pertenencias, o por ese rostro que a gritos pide Amor y no quiere mostrar su vulnerabilidad.¿ Desde cuándo venía gestándose este odio entre hermanos, en que planeta andabamos que no habíamos visto esta infancia adolorida?.

Estamos claros y en consciencia de que no podemos controlarlo todo. Cada quien es responsable de sus propios dolores y he aqui el trabajo grande que hay que propiciar. Es como cuando estás en quinto año con esos compañeros que recorrieron el camino desde primer grado y sabes que unos cuántos se graduarán por secretaría y quizás otros no lo lograrán contigo. Quisieras por Amor que se graduaran todos, pero sabes que no puedes controlar eso. Puedes apoyar, pero la decisión no es tuya.

Ocurre lo mismo con aquellos seres cuyas conductas reflejan dolor y rabia al extremo, rabias no manejadas que ocasionan graves desenlaces sociales, duros de entender. Uno quisiera que encontrarán arnica para sus heridas, una curita para el alma, una sanación para esos dolores viejos. Uno quisiera que recordaran quienes son. Porque cuando los ves a los ojos, te ves en ellos, en las veces que te sentiste excluído,abandonado, te imaginas a ese niño o niña interna y quisieras que su vida fuese diferente. En vez de un arma quisieras imaginartelo con un instrumento de orquesta, o una pelota de beisbol. Y es el momento que entiendo que Dios también mora en esa persona que aún no es su tiempo, pero que algún día llegará.

Escuchas a los líderes en el país que pudieran generar cambios porque además son los mandatarios de turno y parece que me remontara a mi adolescencia, donde quizás sentí que habían muchos grupos y que debías incluirte en alguno. Quienes se sentían con poder  hacían y decían cosas con la que no estaba de acuerdo. Si planteabas algo distinto alineado con tus valores de Paz, quizás ibas directo al grupo de los bobos. Pero hasta para eso se necesita valentía, para ser Uno mismo.  Me detenía a observar sus burlas, su necesidad de reconocimiento y la única forma de sobrellevar las situaciones tensas de ese período era entender sus dolores y asumir que debía aprender a poner límites asertivamente. En la actualidad ya no es el grupo de los estudiosos, el de los populares, el de los deportistas, es la derecha o la izquierda. si no eres de izquierda obligatoriamente eres facista. No parece haber termino medio para un pueblo que es una mezcla.

Amerita patalear a solas, revolcarte en tu rabia, sentirte indignado(a) porque aunque te gritan y tu no deseas gritar más fuerte, hay que mostrar fortaleza, fuerza, recordar a lo que uno vino a este plano.  Pero sacar la rabia y drenarla no esta demás, es necesario que cicatrice, es necesario entender esos dolores y reconocer que los tienes para entender los dolores en el otro. Es necesario experimentar la noche para valorar el día y viceversa.

En un conflicto, puede que los ánimos se crispen de tal manera que se rompan los puentes de comunicación. Hay quienes van a atizar el fuego porque hasta que dolores no se sanen, la vida los mostrará. La idea conseguir el camino a casa, porque somos hermanos.

Yo me permito ir más allá
En Venezuela no hemos comprendido que somos una mezcla. Y los dolores no vistos ancestralmente están emergiendo hasta que los veamos y los sanemos.
Somos el  nativo alegre, conectado al río, al mar, rey en un paraíso terrenal, dispuesto a vivir más que a sobrevivir, creyente de leyendas de Sol y Luna, de los cuentos de la abuela, de espíritus ancestrales, de plantas milenarias y tranquilidad pasmosa. De increíble inteligencia recursiva para dominar la caza, la pesca, la siembra artesanal.

Somos el español curioso, dispuesto a huir de la pobreza o la falta de un título nobiliario para demostrar su valía, con sueños de un mundo de oro y riquezas, de huir de las presiones del reino, creyentes en una ideología religiosa con fervor o sin él, hombres de guerra dispuestos a conquistar territorios por Ambición o por Amor a la familia.

 Somos la mujer española que se vino para acompañar a su marido en esta tierra prometida, dejando atrás historias y familias. Esperando que algún día este paraíso terrenal pero también áspero y rudo pudiera dar las comodidades y avances soñados o mantener los que se tenían en la tierra de origen. Somos el español feliz o el español triste por sentirse abandonado aqui tan lejos de casa.

Somos el criptojudío escondido tras un apellido español y católico huyendo de la inquisión, de la tortura con la esperanza de ser libres en una tierra lejana

Somos el Moro presente en la sangre española

Somos el negro  que añora sus tierras lejanas, rebelde o resignado, con amor por los ancestros, por sus mitos y leyendas, con el ritmo del tambor, con rabia por la esclavitud, con esperanza por lograr cambios,

Somos el blanco criollo soñando una tierra nueva sin las presiones de la monarquia que rige su historia pasada.

Somos el noble que no pudo huir tras la pérdida de la batalla. Somos la esposa realista abandonada a su suerte sin marido, sin tierras, sin fortuna, comenzando de nuevo.

Somos el nativo extraviado con costumbres nuevas, creencias distintas, sin entender ahora el sol y la luna.

Somos el mestizo avergonzado por no ser ni blanco ni negro ni aborigen puro, soñando con un apellido blanco pasaporte a la libertad.

Somos el moro detrás del zapateo del joropo y la tonada llanera

Somos todo esto y más, somos el europeo huyendo de las guerras más recientes, somos tambor, guaruras, sangre europea, africana, caribeña

Así que ese otro que señalas, es parte tuya, por genética, porque compartimos las mismas raíces, porque nos mezclaron en esta batidora de la vida y en una ruleta rusa biológica, tenemos un fenotipo y no otro.

Miralo así, ese blanco que llevas en la sangre te lo muestra el otro, ese aborigen, ese afrodescendiente, ese europeo te lo muestra el otro. Esa lucha de clases que crees que no existe o que es necesaria la llevas por dentro.

Y no se necesita una bandera ideológica para mirar este dolor que viene viajando por siglos. Mirar la situación en Venezuela pasa por entender que llevamos improntas de todas las razas. No es un tema de que los negros, son pobres o todos los blancos son ricos, o todos los estudiantes catiritos son de la ultraderecha, o todos los estudiantes de las universidades bolivarianas son socialistas y mestizos.  Todos somos mestizos, eso es  lo que significa ser venezolanos.

Hay puntos de encuentro. Hay necesidades compartidas. Hay que restablecer los puentes de comunicación para conocernos y reconocernos.

Todos nacemos con el mismo potencial divino, unos se anclan en su historia, en sus alegrías y dolores para prosperar y otros para decir que no prosperan, es la historia del poder de UNO, de hacerse responsable de su recorrido, de sanar los dolores, mirándolos para liberarlos y crear una historia nueva.

Fijate desde donde juzgas al otro, examina el dolor que hay en tus juicios, se honesta(o) y revisa con claridad si más bien ese dolor es tuyo, por lo que tiene el otro o no tiene, porque te muestra algo de ti, algo del presente o del pasado.

Como verán Venezuela vive un proceso profundo con nudos que pueden tardarse años en ser desatados y cuya velocidad de transformación dependerá de los cambios de cada persona. Es la suma de muchas historias, de razas, de capítulos inconclusos, es un proceso de asumir nuestro liderazgo, de poner limites asertivos sea cual sea el grupo ideológico, porque cómo les comenté al inicio la misión no es dejar de reconocer nuestras ideas o las de otros sino recuperar el respeto por la Vida.

Por cierto Soy Venezolana, Con sangre negra, blanca,  católica ferviente, aborigen, realista española, campesina, criptojudía,  sefardita, mora. Y todos los dolores me duelen, tome todo lo bueno para ser quien soy. Pero algo tengo claro, el respeto por la vida es, un valor, un derecho y un deber. No es negociable, ese principio me guía hacia la luz.

*Foto junto a la tribu Masaai gracias a Raquel Ruiz activista de Derechos Humanos en Africa