viernes, 30 de octubre de 2009

Solemos encontrar nuestro destino cuando tomamos el sendero para evitarlo




No es mia la frase. Pero me impacté al escucharla. Debo aclarar sin embargo que al citarla no es mi intención reflexionar sobre si existe el destino o no. Aunque el tema capta mi atención como le dejé entrever en el posteo "El Arte de Decidir".
Hoy escribo sobre situaciones que creemos evadir pero que tarde o temprano debemos afrontar porque significan lecciones de Vida.

Y hablo tanto de situaciones felices como de cambio y transformación. ¿No les ha pasado que queriendo evitar algo, tomamos un supuesto atajo que finalmente nos confronta con aquello que queríamos evadir?

Seguro que si. Y ello por lo menos a mi me acerca a la hipótesis de que nuestra pasantía aqui es un constante aprendizaje, un ejercicio de autovaloración, reflexión y crecimiento que comienza con nosotros y se refleja en la relación con los demás, espejos y maestros de lo que vemos y lo que no queremos ver en nosotros mismos.


Les confieso que me ha pasado más de una vez, y desde la infancia. Me refiero a decisiones o situaciones que tomadas o vividas desde la razón, supuestamente me alejaron de aquello que mi corazón aplaudía o rechazaba, pero que mi cúmulo de experiencias no me permitían disfrutar, concluir o entender. Es asi como al ignorarlas suelen presentarse una y otra vez, y sólo cuando tomamos conciencia sobre el aprendizaje de vivirlas, aceptarlas, tomar lo bueno, vivir el duelo de la tristeza que nos ocasionan o la gracia de la felicidad que nos proporcionan, éstas se transforman y se profundizan o no se repiten tratándose de las dolorosas.

Hay sentimientos y emociones que a veces no queremos sentir. Quizás nos confronten con una vulnerabilidad que no deseamos mostrar. Y tomamos los caminos que nos alejan de la mínima posibilidad de sentirnos vulnerables porque creemos que allí nos quedaremos. ¿Cuántos nos rendimos ante la oportunidad de admitir lo que sentimos, tomar consciencia de ello, superarlo o disfrutarlo según sea el caso? Parece mentira, pero muchos de nosotros somos unos aces para quedarnos en el duelo y muy miedosos para abrirnos a la felicidad. Parece que nos da miedo ser felices, muchos nos saboteamos esto.

A veces en vez de admitir lo que sentimos, darnos el permiso o la oportunidad de ser vulnerables, las cosas no salen como esperamos. Solemos sentirnos frustrados, molestos, y es allí cuando tomamos senderos para alejarnos de experimentar con todos sus sinsabores y silencios, el despertar de la conciencia que viene cuando nos damos cuenta de la lección que nos tocaba aprender aún en los momentos dificiles.

Tardé más de 10 años en entenderlo. Y la única forma de trascender lo que no comprendía era dándome el permiso de admitir mi vulnerabilidad y que ello no tenía nada de malo. Bueno con el agregado de que las mujeres de este siglo, escondemos nuestra fragilidad tras un muro de firmeza y dureza. El sincerarme conmigo misma me ha ayudado mucho a encontrar un mejor destino. Estuve por mucho tiempo tomando el sendero para evitarlo, así que el presente trae de vuelta lecciones que puedo aprender más armoniosamente si no las evito.

jueves, 15 de octubre de 2009

El Desapego

Una de las lecciones más profundas en esta pasantía para mí ha sido el desapego:
Dejar libre lo que creemos por instante nos pertenece. Sólo imaginen que puede sentir una madre o un padre cuando sabe que su hijo debe dejar casa para seguir su camino.

Si, a eso me refiero. A una rara mezcla de nostalgia, alegría y hasta algo de soledad.

Vivimos apegados a las cosas a los sentimientos, al pasado y hasta a un futuro que imaginamos y descuidamos lo más hermoso: El ahora. El Presente. Ahora mismo podemos cambiar la actitud y decidir ser felices, decidir apreciarnos más para apreciar lo que nos rodea.

Porque el apego nos hace creer que ser los dueños de algo o alguien nos hace amarlos más. Llegar a un estado de conciencia que nos permita ver que el Amor que nace desde dentro y que se prolonga en lo que hacemos, en nuestro trabajo, en nuestros actos, nos acerca más a nuestra razón de estar aquí. Como lo escribí al iniciar este blog, nuestro paso aquí es una estadía de aprendizaje, con sus cosas hermosas, sus días grises y momentos extraños. Un panorama donde en muchas ocasiones las respuestas son muy diferentes a lo que esperamos es sin duda un agente de cambio interno. Pero somos humanos y ante respuestas que no nos esperamos o no son como queremos, la rabia puede surgir haciéndonos actuar violentamente y eso incluye la acumulación de pensamientos alejados de nuestro ser. Una mezcla de humildad, asertividad, respeto es necesaria para afrontar la gama de mundos interiores que hay en las personas que nos toca conocer en esta pasantía.

Y sobretodo se necesita mucha paz interior para no querer adueñarnos de aquellos a quienes amamos profundamente. Posesión no es Amor. Hay confusión en este mundo por ello. Por posesión de la razón, de una tierra, de una religión, de bienes materiales, conocimientos, de personas. El Amor germina, nace con el tiempo, se cultiva, se expande y no hay nada ni nadie que pueda cambiar una fuerza tan poderosa. Existe un cuento para niños que me encanta, Ami el niño de las estrellas. Hay allí un pasaje que recuerdo con cariño, el del sol brillando y la luna que no se cae, regalos del creador para vernos sonreir como el personaje mismo del relato: Pedrito que atesoró unos dulces para su abuelita para también verla feliz, por la sencilla razón de que la ama.

Este posteo no busca sino recordar que somos todos parte de algo más grande, como un muy buen amigo mío me hizo ver recientemente al enviarme casi un tratado de astronomía con unas fotografías de la vía láctea. Al ser parte de algo mayor, de un universo del cual si acaso conocemos una minima parte, nuestros conflictos por apego, quedan como un grano de arena en el desierto. Para ser feliz, sólo hay que proponérselo, para amar, para aprender a dar, primero hay que brindar armonía hacia uno mismo, porque es un contrasentido amar a la humanidad si no nos queremos para bien. Cuando dejemos libre en armonía perfecta aquello que nos ata, cuando aprendamos a amar a la flor sin arrancarla, al ave sin enjaularla, a la Tierra sin deteriorarla, a nuestros seres amados sin creernos sus dueños, entonces quizás entendamos las cosas desde otro punto de vista, quizás disfrutemos la estadía con más tranquilidad y hasta amemos más.

Canto a la Tierra