jueves, 14 de julio de 2011
Periodismo y Equilibrio en Venezuela
DISCURSO DÍA DEL PERIODISTA SESIÓN SOLEMNE CLEY-GOBERNACIÓN 14-7-2011
de Aliria Quevedo
“En un país donde existen dos discursos únicos, contradichos y excluyentes, intentar una interpretación sobre la realidad se hace cada día más complejo, sobre todo en el ejercicio diario del periodismo. Le llaman ‘equilibrio’ al sagrado deber de buscar más de una versión sobre un hecho. También le llaman “equilibrio” al respeto que debe tener el periodista y el medio por dar representatividad e igualdad de acceso a sus espacios a los voceros de distintas tendencias. Pueden conseguir la expresión bajo la consigna ‘pluralidad’… todo en términos que buscan garantizar una prensa que pueda llamarse democrática y que tienda puentes en la sociedad.
Generosamente bonito. Gustosamente explicable en un salón de clases.
¿Pero qué pasa cuando no hay fuentes oficiales porque no quieren declarar, o porque tenemos un Estado hermético con la información?
¿Qué pasa con la prensa privada y la oficialista cuando sólo les basta con seguir mostrando su pequeño pedacito de realidad para vivir en el autoengaño de la prensa de trincheras?
Surge otro problema interesante cuando se intentan cambiar estas lógicas perversas”.
Esta interesante reflexión corresponde al periodista y coordinador del Área de Comunicación y Redes del Centro Gumilla, Luis Carlos Díaz, en su blog que recomiendo denominado “Periodismo de Paz”.
Nuestro país actualmente se encuentra inmerso en una polarización política y una guerra propagandística que le ha hecho, a mi juicio, daño al periodismo, el que, sin embargo, subsiste, sigue vivo porque afortunadamente somos muchos quienes escogimos esta profesión porque la amamos, porque siempre sentimos que no había nada mejor.
El equilibrio se ha trastocado y he visto como en ocasiones y de la manera más aberrante las noticias son reflejadas en los grandes medios según una tendencia política, y cada día es peor.
Está en nosotros luchar para cambiar esta realidad, poner nuestro granito de arena para retomar ese periodismo comprometido con la lucha por el bienestar colectivo sea del color que sea.
Es indudable que las pasiones políticas, por llamarlo de alguna forma, se han incrustado en todos los ámbitos, el periodismo no escapó a esta realidad. Y allí es que debemos tener mucho cuidado.
En ocasiones me preguntan “tú eres chavista o de la oposición” y yo contesto: “soy periodista”. Y eso es algo que mis compañeros que trabajan en medios de comunicación deben tener muy claro. Aquí no se trata de desprestigiar a un gobernante porque sencillamente no se corresponde con lo que nos dicta nuestro “coranzoncito político” que ciertamente está, que existe, porque somos seres humanos con preferencias e ideas. Se trata de reflejar realidades que podemos evidenciar y se trata de nuestra lucha diaria por lograr el beneficio para el colectivo, que se imponga la justicia y el desarrollo de nuestro estado y país. Sólo así concibo al periodismo: responsable, equilibrado, justo, crítico, tolerante y respetuoso.
Y ya que me encuentro en esta importante tribuna con la presencia de las más altas autoridades del estado, algo que no se ve todos los días, me pareció propicia la oportunidad para hacer énfasis en la importancia de los medios de comunicación, los que sí cumplen con su sagrado deber, para el buen desempeño de las funciones que ejercen los gobernantes en beneficio del pueblo.
Y es que sí, los periodistas, los que trabajan con ética y convicción y que tratan de no caer en la falta de equilibrio, somos vitales, pudiera decirse, porque contribuimos al logro de una gestión exitosa.
En los 13 años que tengo de carrera en varias oportunidades me ha tocado recibir regaños públicos de parte de gobernadores, alcaldes, legisladores, y demás representantes de instituciones oficiales porque sencillamente no les gustó una noticia, porque creen que no les favoreció…
Pero cuán errados están, creen que no les favoreció y es todo lo contrario.
Les citaré una anécdota ocurrida hace aproximadamente 12 años. Directivos del gremio médico acudieron al periódico en el que trabajo a relatar la realidad caótica que para ese momento se vivía en el hospital central. No había insumos, ni medicinas, ni material médico quirúrgico. Había déficit de camas y los niños debían acostarse en sillas de extensión de las que llaman “perezosas”. Recuerdo que al otro día salió en la portada una foto de Mariela León de un paciente de pediatría en una de esas sillas que en su parte superior tenía una especie de protector de tela que decía “La gente que más trabaja por Yaracuy”, asimismo se entrevistaron a usuarios del hospital que corroboraron la situación…
Esto enardeció al gobernante de turno quien al día siguiente convocó a una rueda de prensa, no sin antes colmar en tiempo récord los almacenes de fármacos y arreglar algunos elementos externos que dieran idea de que todo estaba bien.
Acudí y recuerdo que me tocó ser agarrada del brazo por el gobernador para que viera que sí habían medicinas, vociferó insultos y regaños, y es que resulta que quienes dieron las declaraciones del gremio médico al otro día se retractaron alegando que fue una “ligereza periodística”.
Pero el objetivo en todo esto se cumplió: por unos cuantos días se dio la dotación y al tiempo se anunció que se incluían más camas para la atención de pacientes de pediatría. Esto es, para quienes ejercemos el periodismo por vocación, una satisfacción, más allá de la molestia que causó un momento incómodo.
Más que un premio, que si bien es un estímulo, es una recompensa ver que a través del trabajo realizado se solucionó un problema que afectaba al colectivo. Obviamente el gobernante a fin de cuentas sí se benefició.
Y como estos casos hay muchos. Algunos gobernantes se molestan y creen que un medio o periodista “la tiene agarrada con él”, quizá esto pueda darse en casos de algunos personajes que ni siendo periodistas pretenden, aprovechándose que tienen un espacio en un medio quizá muy leído y escuchado, vender sus opiniones a favor de quienes se “bajan de la mula” como se dice popularmente, pero ése no es el caso de los periodistas de verdad, de quienes sí se comprometieron con su carrera, y quienes sí trabajan con pasión y convicción.
Y sobre esto de los “mercaderes de la comunicación social” o de los “opinadores de oficio”, que mayormente no son periodistas, quisiera ahondar. No es posible que tanto el gremio, las instituciones, los dueños de medios y la sociedad misma siga permitiendo y quedándose con los brazos cruzados cuando algunos que se creen dueños de la verdad y paladines de la justicia, pero cuyas conciencias se mueven según la cantidad de billetes que le paguen mensual, sigan utilizando espacios en importantes medios de comunicación del estado para desprestigiar a personas e instituciones sin pruebas ni investigaciones, sólo mencionando chismes de pasillo o que circulan en las redes sociales. YA BASTA.
Hay quienes sostienen que el periodismo en el mundo está en su peor momento y que cada mañana lo que se ve en la prensa es un “desastre”. Lo dicen personajes de la talla de Gabriel García Márquez quien ha manifestado que le aburre el periodismo de hoy en día porque se hace deprisa, por lo que los periodistas no pueden pensar mejor lo que escriben.
Considera el premio nobel de literatura de 1982 que al ejercicio periodístico lo han encadenado a la monotonía, al morbo, a la teatralidad de los hechos de sangre, a la carrera contra el tiempo para mantener un raiting o las altas ventas.
Señala que algunas empresas han sido invadidas por mercadólogos de la comunicación que han hecho de la palabra una voz insípida o burda, que no convence ni denota la más mínima representación social. Actualmente, la televisión es una de las herramientas informativas más mercantilizada, asegura.
También considera el Gabo que escribir desde el alma es una práctica en extinción, porque pocas veces a los universitarios y reporteros se les guía hacia la sensibilidad humana que requiere el oficio, y en la mayoría la sensibilidad inverna como un oso o el pétreo recuerdo de un animal prehistórico, extraviado en lo más profundo de cada individuo.
Otras veces -tal vez por esa prisa referida por García Márquez- es notable la falta de dominio del idioma, la falta de conocimiento sobre la fuerza que esconden las palabras. El español es tan rico y dinámico, pero hay quienes de pronto se refugian en las frases gastadas y en la ordinariez; se estima que en nuestra comunicación cotidiana utilizamos tan sólo 10% del total de palabras incluidas en un diccionario.
Pocos asumen la gran responsabilidad social que la ética y la ley les demanda. El amarillismo, la exageración del drama cotidiano, la mala interpretación de la libertad de expresión, la tergiversación, la declarocracia y el escándalo se imponen sobre la objetividad, la imparcialidad, la veracidad comprobada, la pluralidad, la neutralidad y la información destinada a la orientación, a la educación y al arte. Pocos espacios, pocos especialistas, son los que se le dedican y se dedican al periodismo cultural, científico y ambiental.
Para algunos esta pudiera ser una extremista reflexión, pero sí pienso que a todos, porque me incluyo quizá por eso de la prisa del día a día, nos falta ir más allá, romper los paradigmas establecidos, atrevernos a buscar nuevas formas racionales pero poco tradicionales de presentar las informaciones, ver otros ejemplos que podamos adoptar, ser “revolucionarios” pero no como una palabra con la que una tendencia política se identifica, no: es marcar la diferencia.
En Yaracuy contamos con suficiente potencial para lograr “revolucionar” el periodismo. Tomemos ese camino.
MUCHAS GRACIAS
Aliria Quevedo
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2 comentarios:
Hola Anaiz! Que buen discurso entrego Aliria, me imagino que es tu hermana! Como en todas las profesiones hay quienes se destacan, brillan y aman lo que hacen, se siente que ustedes son excelentes periodistas! Felicitaciones!
Gracias Yudith, Que honor de una venezolana y bloguera que disfruta y comparte tanto por la 2.0 saludos y abrazos
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