Tenía 5 años y el mar me mostraba muchas cosas. Recuerdo una
escena con mi abuelo. Lo miraba desde la orilla sonreir e invitar a mi abuela a
entrar al agua. Ellos se aman mucho
pensé, ¿cómo se consigue un Amor así? Mi
abuelita era más discreta con eso de las playas. Ella se quedaba en la orilla.
Pero el abuelo agitaba el agua como un chiquillo con su bermuda azul oscura o
de cuadros y su franelilla blanca, la que a veces se quitaba.
Se acomodaba los flecos de su abundante cabellera andina
cuando se daba un chapuzón a cuerpo entero. Para mi ese hombre era muy feliz con
las cosas simples de la vida y la naturaleza, disfrutaba de una planta, una
montaña, de la playa en familia. Y aún recuerdo su sonrisa.
A los 8 el mar me seguía mostrando muchas cosas. Las olas
traían mensajes de remotas tierras. Era una niña muy nostálgica y
romanticona. Y sin saberlo entraba en
unos silencios conmigo misma y ya saben que el Ser se manifiesta es en esos
momentos. A esa edad sin entender la
profundidad de lo que significa un alma complemento ya sabía que existía una
para cada quien.
Tomaba una botella de vidrio y colocaba adentro un mensaje
para él. “ Ya llegué a la vida, Aquí estoy.
Soy algo loca, me gusta la música, me
gusta escribir”
En mis momentos más importantes pensaba en él. Y varias
cartas le escribí. Lo buscaba en el
cantante de moda, en los primeros novios, mi inmadurez me hizo buscarlo en
todas partes.
Yo sabía que él era divertido, único, con una gran sonrisa,
profundo y con un gran Amor por Dios. Pero aunque creía encontrarlo no lo
hacía.
Crecí y la seguridad de la niñez se esfumó con la
cotidianidad, con los deberes, con la supervivencia. Se me olvidó lo que de
niña sabía muy bien. Y escogí mis relaciones de pareja desde el miedo y así
viví por largos 20 años .
Todo parecía perdido en mi mente casi esclavizada por años
de programación contra el hombre y la
pareja. Estaba encerrada en medio de paredes que me asfixiaban y de las que
señalaba a los demás, en especial a mi padre y al padre de mi hijo.
Las paredes se iban cerrando como cuando te condenas a un
laberinto. Me había acostumbrado a hacer las cosas iguales para tratar de
encontrar la salida. Me daba contra las paredes y me estaba haciendo mucho
daño, a mí y a los demás.
Esperaba que alguien se compadeciera de la víctima. Un papel
que no sabía jugaba inconscientemente.
Un buen día la luz que siempre había estado allí se puso más
clara. Y lo recordé a él. Decidí creer
en él, en mi alma complemento. Sabía que el camino para llegar a él estaba dado
y que yo solo tenía que levantarme y salir de mi laberinto. Que buscándolo desesperadamente lo estaba
perdiendo porque el secreto era encontrarme primero a mí misma.
Así que me levanté, busqué mi paz y me di cuenta que el
laberinto siempre había sido un invento y que así como había creado esas
paredes asfixiantes, las podía transformar en salidas
Me enamoré de mí. Acepté a mi padre, porque de él vengo y
objetar eso es un sin sentido. Recordé
la sonrisa de mi abuelo, las capacidades y belleza de mi madre, mi abuela y
cada una de mis ancestras. Soy
maravillosa me dije y me perdono por haber creído que perdí mis años todo este
tiempo. De ahora en adelante me rindo
ante mi Ser divino y suelto el control. Esto me llevó tiempo. Tuve que levantarme, preparar
mi nuevo equipaje, soltar creencias, hacer un camino distinto, mirar las heridas y trabajar en ellas.
Pasaron los años y Él como gran y hermoso ser estaba en el lugar preciso, la fecha indicada, puntualmente esperándome.
Yo aún iba desprendiéndome de mis dolores y no lo ví. Fui a sanarme y estaba
pendiente de mi proceso. Tardé 8 meses en verlo.
Un día el salón en el que quedamos los 2 se iluminó. No
sabría cómo describirlo, no hay forma de describirlo. Sentí una llamarada en mi
corazón y literalmente las paredes blancas se pusieron doradas. Fue un clic
raro de esos que ocurren 1 sola vez y de repente. Aun no entiendo qué sucedió.
Pero después de eso sabía que estaba enamorada de esa alma.
Él vino con la Paz, con la alegría. Con lo sencillo, con una
gran sonrisa. Dispuesto a vivir en Amor.
Hace algunos meses estuvimos en unas de mis playas favoritas en la tierra que
nací. Yo estaba en la orilla feliz. Lo
vi salir del agua, con los flecos tapándole la frente por su abundante cabellera de herencia andina y su hermosa
sonrisa invitándome a jugar en el agua. Recordé las veces que pensé en enviar
una botellita con mensajes, en las veces que ponía Te Amo en la arena a alguien
que ni siquiera había encontrado. Y le dije “Ya llegué a la vida, Aquí estoy. Me
gusta la música, me gusta escribir, soy algo loca pero allá voy mi Amor, ya voy
a jugar en el agua contigo”.
Mi Walter amado, eres mi alma complemento, gracias por
haberme escuchado y estar allí para mi.
Gracias por este regalo
Llegaste tú
Gracias por este regalo
Llegaste tú