domingo, 26 de agosto de 2007

La razón de Venir

La razón es simple: APRENDER A AMAR. Es la respuesta que tengo, la que grito a viva voz, la que digo sutilmente, la que está en mi corazón y coincide con el pensamiento. ¿Qué otra explicación habría?.

La lógica de este mundo, es bien lógica para muchos. No tanto para mí. Porque hay hermanos que sufren y no puedo hacerme la ciega. Por más que intento no sé cómo hacerlo y no pretendo ser Santa, ni Buena simplemente es un dolorcito que sigue allí muy adentro.

Tampoco sugiero que conozco la perfección y que miro con ojos traslúcidos un mundo donde los humanos se odian y odian a su planeta, a veces desde la ignorancia o por falta de amor simplemente. Soy humana y por tanto practicante de errores y traspiés

He querido pensar que es una pasantía, que vine a estudiar una materia pendiente.

Me imagino lejos pensando en este planeta azul, en un mundo lleno de afectos y donde la guerra sería solo una singular pesadilla. Y con mis ojos cerrados en aquel mundo lejano y perfecto el dolorcito se siente todavía adentro, al sólo imaginar que en este mundo, un grupo de humanos aún no despiertos desconozcan el AMOR y sufran por ello.

La prueba es dificil, luchar contra la decepción, llenarse de paciencia y seguir. El camino tiene espinas y flores. Entonces veo los ojos de las almas nobles y entiendo que vale la pena esta pasantía.

Si alguna vez de regreso a aquel mundo lejano y perfecto desde donde un planeta azul se ve en el fondo triste e inquieto, recordaré que la Tierra tiene brillo en los ojos de aquellos que aprendieron del AMOR y sus retos. Y a lo mejor con el corazón entusiasmado por tantos cambios sinceros querré volar y viajar de nuevo.

ANAIZ QUEVEDO

viernes, 10 de agosto de 2007

Hasta Siempre Señor Juan


Lamento no haberte llevado a cuestas a ver los árboles y los pajaritos, a volar entre las nubes y escuchar la risa de tu nieto.
Te recuerdo terco, dulcero y reilón, con tu mirada ingenua y tu sonrisa bonita preguntando a cada rato ¿Dónde está mi reloj?
Quise mostrarte una Caracas distinta, la de los techos rojos con música cañonera y aunque no fue precisamente esa la que vimos de vez en cuando, al menos pudimos juntos rememorar el pasado.

Te llevaste anécdotas maravillosas de una Venezuela que fue, de la riqueza espiritual de su gente, de los musiú y todos aquellos inmigrantes que dieron color a esta tierra.

Nos dejaste con el olor a Jean Marie Farina, los cuentos de la Pastora y de tu motocicleta VESPA.

Recuerdo tu risa, tu mirada picara, tus peticiones excéntricas y hasta tu frigurt de fresa.

Me hubiese gustado tanto regalarte un pasto lleno de pájaros y arcoiris, para dejarte caminar libre, como tu querías.

Y es que Caracas amigo mio no era ese paraíso que soñaste y temí perderte entre tanta gente, edificios viejos y noches oscuras.

Por eso estuviste quieto con todos tus compañeros en aquella casa hogar esperando como tu decías por tu libertad.

Sabía que eras espíritu indomable y que no estabas a gusto con tanta quietud. No sé si hice lo justo, si tu misión terminaba allí.

Por eso hoy al ver el camposanto donde tus restos descansan en PAZ, entendí lo que me pedías. Y te sentí libre, perfumado (con tu Jean Marie Farina) dispuesto a volar, en medio de arboles frondosos y altos con el sonido de los pájaros alegres

Tu me diste más de lo que yo pude darte. Eras especial, un recuerdo vivo de una Venezuela que se ha transformado, un ser irrepetible que tocó la vida de quienes te conocimos. Sabes? Me siento alguito sola sin ti, pero sé que estarás bien, dichoso de ir a donde quieras y yo sin el temor de perderte, te dejaré caminar tranquilo por ese sendero de flores y verdor segura de que lo harás en la luz y el AMOR con tus ángeles protegiéndote alrededor.